13 oct 2011

El saxofón de Rouge.

"¿Pero quién diablos es Rouge?" Le pregunté a mi profesora de Lengua como si ella pudiese tener las respuestas. Estaba sentada en la mesa, las gafas caídas hasta la punta de la nariz, encorvada sobre aquella típica silla verde y pequeña. Dejó de escribir y me miró como quien ve a alguien que está preguntándole cuanto son uno más uno.
"¿Diablos?" me dijo, pronunciando cada letra como si fuese a exhalar su último suspiro tras ellas "Está usted delante de una profesora, señorita".
¡Pero que profesora! Quise decirle. Sabía hasta de los temas que estaban escondidos debajo de las piedras. "¿Pero sabe usted quién es o no?" Casi exigí, sabiendo que mi impaciencia pronto acabaría conmigo.
"¿Rouge? Claro que sé quien es Rouge. No saber de ella me parece una verdadera blasfemia". Hablaba como se tratara de una religión y, en un momento dado de la conversación, llegué a pensar que era fetichista de humanas.
"Pues espero que me pueda usted contar su historia".
Y me la contó, tanto que me la contó. Rouge y su saxofón con el que tocaba por las calles y despertaba, como una paradoja, los sueños de aquellos que la escuchaban. Ella y sus mentiras, y sus coqueterías con el mozo de la esquina, y el perro blanco (cómo un Milou) que llevaba a todas partes y que la defendía. 
Allí sentada, en aquella clase media hora antes del recreo, con alumnos haciendo una lista interminable de actividades, desmenuzó cada uno de sus días, cada gesto y cada sonrisa, y me mostró a Rouge en todo su esplendor.
A Rouge y a su saxofón, 
que de olvidarlo me catearía

Después de dos semanas without inspiración vengo con un
 relato  ameno y divertido que espero que disfrutéis. 

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