2 may 2011

Cigarettes III

Dean y Alma un poco más atrás.

- Maldita sea, Dean, habla ya - gritó Alma, sintiendo el silencio en cada poro de su piel. 
Pero el chico no contestó y siguió leyendo el libro de astronomía. Con un nudo en la garganta, la chica cogió uno de los cojines y se lo tiró a la cara, pero el joven siguió sin inmutarse - ¿Pero que se supone que te he hecho yo? - gimió, tapándose la cara para que no la viera llorar. Todas las tardes muriéndose por Dean, todas las tardes deseando una mirada suya, una palabra suya, un abrazo suyo. Lanzando sonrisas que al final él nunca correspondía. Pensando que no podía ser, que él no la quería, que nunca jamás lo haría. Dean levantó la mirada del libro y la observó. Sus ojos estaban gélidos como el hielo y parecían llenos de dolor. 
- Ese es el problema. Que no me has hecho nada. Que me ignoras, que pasas de mí y nunca me dices ni media palabra. Que voy a la cocina y te encuentro allí, besando a un don cualquiera con el tazón de cereales que yo te preparé en la mano. Pensé, no sé... - tenía los ojos vidriosos, pero se recuperó de repente- pero ya da igual, estoy cansado de tus miradas de niña buena, de tus sonrisas... de que juegues conmigo de esa forma. 
- Ay, Dean... - murmuró Alma, llevándose una mano a la boca. Se acercó a él lento, muy lento, hasta que estuvieron labio frente a labio.
Entonces Dean se levantó, dejó el libro encima del sofá y ambos se miraron.
- Basta de tonterías, Alma. O te aclaras o esto se ha acabado incluso antes de empezar. 

2009-2017. Todos los derechos reservados a Ali Alina.