7 ene 2011

Hay un (pequeño) monstruo debajo de la cama.

Pablo le tenía miedo a los monstruos tanto como a las arañas. Por la noches, cuando la oscuridad se cernía en el lugar y lo poblaba todo, se acurrucaba debajo de las mantas y cerraba los ojos, fuerte, muy fuerte, hasta que se quedaba dormido y se olvidaba de todo. Había veces que se metía en la cama de su hermana pequeña para no sentirse solo y siempre, aunque fuese verano, se tapaba con la sábana hasta las orejas, como si de aquella forma nada ni nadie pudiese atacarle. 
En las noches de Halloween, sus amigos contaban historias de miedo que él no era capaz de escuchar. Entraba en el cuarto de baño y se sentaba sobre la tapa, esperaba unos minutos y volvía a salir, a la espera de que el relato hubiese finalizado. 
Sin embargo, llegó la noche en la que Pablo registró debajo de la cama y se encontró a un monstruo pequeño que cabía justo en la palma de la mano. Era color canela  y, más que dar miedo, hacía gracia con aquellos dientes mellados y la cola peluda llena de polvo. 
Desde que Pablo se encontró a aquel monstruo ha dejado de tener miedo. Ahora sabe que, cuando sienta que le observan, solamente tendrá que cerrar los ojos -fuerte, muy fuerte- e imaginárselo como le de la gana. Y... ¿Quién sabe? a lo mejor incluso ha llegado a hacerse amigo de alguno.

Problema de aviso solucionado ;)
Por cierto, vinieron los Reyes Magos.
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